miércoles, 30 de enero de 2008

Del "Recetario Para no evitar la depresión" del Dr. Pinoult

Mi buen amigo, Dhu Dhu, está triste. Acaba de pasar por el terrible proceso de una separación. Su chica decidió ya no vivir con él y él ha decidido no insistir en ningún sentido, así que inicia su ciclo el siempre incómodo ritual de la mudanza y el abandono… Mudanza de ella; que se va y se lleva, entre otras cosas, más que sus cosas, aquellas pequeñas cosas: cepillo de dientes, perfumes del botiquín, su toalla. Abandono de él, pero de él a sí mismo porque, no nos engañemos, lo peor de una separación no es que la pareja se vaya; lo horripilante comienza cuando uno mismo se abandona.
Dhu Dhu es un hombre íntegro. Sensato. A veces demasiado para mi gusto, ya que el hombre sensato suele no permitirse los descensos vertiginosos que promueve la depresión, evitando así la utilización benéfica de dichos descensos vertiginosos en lo que he denominado catártica caída, sumamente útil en la superación del duelo. Mi amigo Dhu Dhu, en tanto psicólogo, sabrá mejor que yo que reprimir una emoción doliente haciéndose pasar por estóico, firme y contundente puede ocasionar peores consecuencias.

En cuestiones amorosas, inevitable es la caída. No es fortuito el juego lingüístico de la palabra “caer” en su etimología: del verbo en latín “cadere” de donde se desprenden “cadera” y “cadencia” palabras que, juntas, son de inminente peligrosidad. Además, si el enamoramiento genera la sensación de elevarse, lógico es pensar que el desenamoramiento provoque la sensación de “des elevarse”, es decir, caer. La caída, después del amor, es inevitable. Lo que está en nuestras manos es el exprimirle una función catártica a la caída, como una especie de exfoliación del alma.
Me gusta pensar, al hablar de esto, en las caídas de las gaviotas quienes, desde lo alto se “abandonan” precipitándose en vertiginoso descenso aprovechando su propio peso para incrementar la velocidad en su caída libre proveyéndose de un impulso que utilizarán, en una maniobra “U”, para adquirir mayor altura en una óptima utilización propulsora. Por tanto, el Operativo Gaviota consiste en aprovechar la caída para tomar el impulso necesario que permita una altura superior.
Con esto el símil “Después de la tempestad viene la calma” puede homologarse con tempestad = caída, calma = impacto. O bien: tempestad = caída, calma = altura superior. Así, sacándole jugo al agrio limón del desconsuelo, llegará el momento en que habrá de recogerse, descubriendo, con un suspiro entrecortado, que la tempestad pasó.
No sabemos el tiempo que una tempestad particular tarda en pasar, lo cierto es que ese tiempo está destinado a no ser grato. Craso error es pretender “pasarlo bien”, “dejar de pasarlo mal” cuando la herida está ahí, abierta y purulenta. Podemos empezar por aceptar y asimilar: “El tiempo que dure mi duelo es tiempo que no estaré bien” evitando así frustraciones de infructuosos esfuerzos…
Un siguiente paso sería desarrollar actividades que regularmente no nos placen pero, en tanto obligaciones, exigen su realización provocando malestar e incomodidad: asear la casa, pintar los muros, ordenar archiveros… tal malestar y tal incomodidad no importarán grandemente ya que, de todas maneras estamos mal e incómodos en nuestra depresión. Y la gran ventaja es que, al pasar la tormenta, nos habremos librado de la lista de pendientes enfadosos evitando así la estimulación de una posible re caída.
“¿De dónde saco el ánimo para ponerme a barrer, pintar paredes o asear?” es la pregunta pusilánime del abatido. Completamente normal. El punto es que no hay que sacar ánimo de ningún lado. Sólo hay que hacerlo; sin pizca de entusiasmo, sin motivación; llorando, sin haberse bañado. No importa. Sólo hacerlo.
Continuara…

jueves, 24 de enero de 2008

Tepoztlan: inspiración garantizada



El pasado sábado19 de enero tuve un segundo concierto en Tepoztlán; en el Bar Tantra, ubicado en Avenida del Tepozteco número 24. La primera vez que fui a presentarme, en realidad fue Tepoztlán entero quien se presentó ante mí, enamorándome con sus casas de adobe y su borrachera de verdes que parecieran haber sido pintadas a mano. ¡Es un pueblo maravilloso! Visitarlo era un regalo que no me había dado; cuando uno camina por sus calles, lleva en las suelas la sensación de estarle robando los pasos a un personaje de cuento…
Se dice que este pueblo mágico tiene la cualidad de inspirar a los artistas que por alguna razón llegan ahí; lo cual me colocó en el predicamento de enfrentarme con la posibilidad de una hórrida verdad: si yo, estando en Tepoztlán, no creaba nada, o no soy artista o el decir es falso. Afortunadamente la inspiración no me jugó la broma de no treparse a mi cuaderno para el viaje y lo que salió, además del seguimiento de mi bitácora personal, fue un monólogo que presentaré en Puebla algún día de la semana del 7 al 12 de abril dentro del marco del VI Congreso Nacional de Estudiantes de Literatura.
Mi monólogo lleva por título Tras un amoroso lance y el argumento es el siguiente:

Rocamadour Raskolnikof Rabindranath Ixbalanque Pérez, estudiante de letras, se entera de la convocatoria para el Congreso Nacional de Estudiantes de Literatura (CONEL) en Puebla. Planea hacer todo lo posible para asistir ya que, entre otras cosas, desea el reencuentro con Penélope Desdémona Julieta Beatriz Laura, de quien quedó perdidamente enamorado en el congreso anterior. Sin embargo él no tiene ponencia ni dinero y está lleno de temor ante la idea de que ella no corresponda a su amor en esta sexta emisión del Congreso.

Ya inicié la memorización del texto y tengo algunas ideas para el montaje, pero necesito un director para no sentir que la esquizofrenia se ha apoderado irremediablemente de mí, ya que una cosa es dirigir y actuar en una obra que escribí, con más actores, y otra distinta es que sólo a mí solo me dirija: corrigiéndome, regañándome y casi, casi despidiéndome por incumplimientos que no estoy dispuesto a tolerar…me.
Pedí a Acoyani Guzmán y a Marco Antonio Pacheco (por separado) que me ayudaran con esto; ellos estudiaron cuatro años en el Centro Universitario de Teatro (CUT) en donde, por cierto, se estarán presentando, hasta el 3 de febrero, los fines de semana con dos montajes que son su examen profesional: Frente al olvido y Tierra de nadie. Ambas, obras interesantes. El caso es que ni Acoyani, ni Marco han dado respuesta a mi ya suplicante petición de ser dirigido en el montaje de este monólogo que escribí la primera vez que estuve en Tepoztlán.

Esta segunda vez, en Tepoz, comencé a escribir otro monólogo que llevará por título Un grandioso music hall, inspirado en las charlas que he mantenido, acompañadas de sotol –aguardiente de guerreros-, con mi amigo y profesor Gerardo Ziwl de quien ya hablaré prontamente. Además de un cuento que nace con el hallazgo de Fernanda Ramírez, veterinaria cuyos ojos son dos enormes descubrimientos... Este cuento trata sobre genética evolutiva y comunicación animal. Si no es muy largo, cuando lo termine estará publicado en este blog.

Y tanto me ha gustado Tepoztlán y tan productivo ha sido que ya estoy preparando mi próximo arribo: sábado 26 de enero a las 21:00 hrs. en el Bar Tantra, ubicado en Avenida del Tepozteco número 24. El cover es de $40.ºº. La invitación está abierta.

Si no las abres

En mi casa hay dos ventanas
por las que miro las dos ventanas
de tu casa.
Me gusta abrir mis cortinas
y quedarme mirando;
esperando a que abras tus persianas.

Si no las abres
no pasa nada.

Pero si las abres pasa, para empezar,
por tus ventanas mi mirada;
pasa completa y se queda en tu sala
mirando los cuadros que tienes colgados,
viendo las manchas en la pared,
los libros, los adornos que habitan tus estantes.

Se pone tan cómoda mi mirada
cuando has abierto las persianas
que ya, dentro de tu casa, instalada,
se da el tiempo de escuchar
las cosas que dicen de ti las cosas que en tu casa no hablan.

Después pasa a la cocina donde hay de todo:
enlatados, leche, jugo, alimentos frescos y otros ya caducos,
hay basura que no has tirado,
hay en la mesita cartas que no has revisado,
hay en un lugar, que es nunca el suyo, un extraño animal disecado.

Si huele mi mirada la humedad del aroma a jabón
corre a asomarse por la puertecita que a veces dejas entreabierta,
aunque lo niegues, para que te vea.

Le gusta mirarte desnuda a mi mirada
mientras te mojas bajo la ducha, te lavas, te enjuagas
y hay un momento en que no eres más que tú
ni menos que tú
mirándote al espejo
Es entonces cuando te abraza,
cuando te besa mi mirada.
Te acaricia toda, te habla al oído
Te desea un buen día para toda la vida
antes de que salgas.

Todo eso pasa cuando pasa mi mirada cuando pasa que abres las persianas.
Porque si no las abres…
Si no las abres nunca pasa nada.

martes, 15 de enero de 2008

Encuentro nacional de amantes del teatro, tanto “space” y coincidir.



Grato, gratísimo, ha sido recibir los comentarios de Amelie. Me da gusto saber que ya tengo cuatro lectores. Tanto que a ella dedicaré la nota que sigue, esperando no encelar a mis otros tres lectores quienes seguramente entenderán que el “destinatario lírico” no excluye a nadie sino, por el contrario, se trata de un recurso narrativo que busca propiciar una atmósfera relajada en el desarrollo del texto. Así el autor se dirige a un “alguien” concreto para “platicarle” un suceso del que quiere enterar a todo aquel que también lo lea.

Estuve curioseando en tu blog, Amelie, y descubrí que compartimos el gusto por algunos filmes y algotros libros; Amelie, Luna amarga, Dogville; en el primer rubro y Pedro Páramo, Cien años de soledad, Niebla, en el segundo. Sin mencionar también coincidencias en la música como Soda estéreo, Café Tacuba, Delgadillo, Silvio, Janis Joplin… Además que estudias psicología, la carrera que estuve a punto de estudiar debido a que, simplemente, me fascina; no lo hice porque los volados entre Teatro, Música y Letras ya no permitían más profesiones en la terna y Filosofía hubiera quedado muy resentida.

Sin embargo hay un rubro que no encontré en tu blog: Teatro; y la nota de esta semana tiene por propósito hablar del Encuentro nacional de amantes del teatro. Actividad que inició el jueves diez de enero y terminará el miércoles veintitrés. Se trata de una especie de maratón teatral en donde se están presentando obras de todo tipo montadas por compañías de diversas partes del distrito y del país. Esta es la emisión número 20 del encuentro y la asistencia del público está siendo muy aceptable. Te recomiendo que consultes la cartelera, estoy seguro de que alguna función puede llamar tu atención.

Los teatros en donde se está llevando a cabo este Encuentro de amantes del teatro son el Julio Castillo y la sala Xavier Villaurrutia, (centro cultural del bosque) justamente detrás del Auditorio Nacional. Las funciones entre semana inician a las 17:00 y sábado y domingo desde las 12:00. Lo mejor de todo es que la entrada es libre, con lo que el pretexto de que “es muy caro el teatro” queda desechado. Es por la gratuidad del las funciones que te recomiendo llegar temprano si tu intención es asistir a la sala Xavier Villaurrutia, ya que el cupo es de sólo cien personas. El teatro Julio Castillo no tiene problema.

De las puestas en escena que he visto hasta el momento quiero destacar tres: Las luces del Agüero de Edgar Vera, con la compañía Libélula de la delegación Iztapalapa; La que hubiera amado, de Alejandro Licona con el grupo Toputshi Teatro de la delegación Cuahutemoc y Los habladores de David Olguín, montada por la compañía El teatro del fantasma, también de la Cuahutemoc. Las tres obras me han parecido bastante buenas, tanto en guión como en realización escénica

Las luces del agüero trata del modo en que cada habitante, en Amecameca, asume la aparición de luces en el cielo que resultan ser visitantes de otro planeta, quienes intentan dar un mensaje positivo a la humanidad; mensaje que nadie escucha.
La que hubiera amado Aborda el tema del amor, la soledad y la posmodernidad que hoy en día nos enfrenta a las desbalanceadas relaciones de pareja. Parte del simbólico hecho de poder adquirir mujeres en lata, para satisfacer con ellas necesidades afectivas y sexuales, pudiendo después deshacerse de ellas sin el menor remordimiento… o quizá con un poco.
Los habladores son una serie de monólogos en los que cada personaje, extraído de pasajes cotidianos muestra el reflejo del enorme absurdo que inunda nuestra realidad. El tratamiento humorístico de cada monólogo provoca ese tipo de risa que, al rastrearla, invita a la reflexión y quizás hasta al llanto.

De las demás que he visto hablaré en otra ocasión. No por lo que decía mi abuela: “Si no tienes nada bueno que decir de alguien, mejor cállate”; sino porque ya excedí, en esta nota, las seiscientas palabras y porque tengo hambre y porque se está pasando la hora de comer y luego, en la fonda, no encuentro en existencia todos los platillos que ofrece el menú.

martes, 8 de enero de 2008

De lo que se trata



Se trata de publicar cada semana un texto; contar algo, “trepar” algo: escribir algo y ponerlo en este espacio del que no puedo decir que nadie lo lee. Se supone que tengo ya tres lectores. Tres lectores que prometieron visitar mi blog semanalmente; a ellos: Melany Bonita, Roci Algarabía y Alejo Argentino les debo ya la formalidad de publicar algo cada semana. Es un compromiso adquirido con ellos tres, mis lectores queridos.
¿Para qué? Para tener ágiles los dedos, para ir haciendo oficio la ocupación esta de los textos “escrividos” (escri-vidos: contracción de las palabras “escritos, vividos”), para asumir el deber –uno al menos- de tener un espacio virtual esperando mi nota semanal… Nota que, en el mejor de los casos, surgirá la semana correspondiente (como ésta) y, en el peor, será un texto ya existente colocado mediante los pases mágicos del copy-paste.
La clasificación de los escritos puede ser: reseña, artículo, cometario, poemío, info, mini ficción y quizá alguna otra que no considero ahora mas puede surgir de pronto. Nada de mi “mal querido diario” porque este blog no pretende ser un diario, ni pretende enterar a nadie en particular del espectáculo de mis tribulaciones y cotidianidades. Se trata de escribir semanalmente seiscientas palabras que encuentren su pertinente ubicación en este blog. Es un reto para sacudir la holgazanería que siempre está colgada de los hombros del escritor que no lo es aún; una forma de ejercitar la disciplina aletargada que le estorba al oficio.
Escribir cuando uno está inspirado resulta más fácil y, aún así, parece que uno de los problemas de quienes aspiramos a esta noble dedicación es que, cuando llega al cerebro la idea sublime, generadora del texto acreedor al próximo premio novel de literatura, uno no tiene la práctica necesaria para redactarla… Y la redacción tiene el cinismo de burlase en nuestras narices, haciéndonos creer que es cosa sencilla y ¡no!, no es sencillo redactar; es decir, exponer de manera clara, coherente y cohesionada, con todo lo que ello implica, una idea no es, en primera instancia, nada fácil. Y cuando, además, no hay idea, la cosa se complica al grado de poder declarar abiertamente que, “señores, estamos jodidos”.
Hoy decía a mis alumnos, en tono de maestro, claro, que toda redacción exige intención y conocimiento. O sea que “hay que conocer de lo que se hablará y tener clara la intención del texto que vamos a desarrollar” Eso decía hoy que reanudamos clases en el seminario a medio día. Y ahora, por la noche, intento hacer mi nota semanal para el blog y no puedo dejar de sentirme como un gran farsante… Menos grande que cuando releo el Malparaíso plagado de errores de esos de los que la redacción se mofa. Y quiero justificarme diciendo: “Pero es que empecé a dar clases después de publicarlo” a lo que otra voz contesta: “Pero ya habías cursado cuatro años de letras hispánicas…!Farsante!”
Por ello, en estos escritos, se trata de quitar el cochambre de la culpa. Pretenderé que no existan errores en la redacción, por lo que pido a mis tres lectores que de encontrar alguno me lo hagan saber inmediatamente para exterminarlo sin piedad (al error, no al lector)
Y con estas palabras mal cumplo el propósito semanal -por favor no se confunda con propósito de año nuevo, el de la uva y su posterior incumplimiento- para inaugurar la primera semana de este dos mil ocho y con ella la formalidad asumida de estar “trepando” algo al esté blog cada vez que pasen siete días porque, simple y sencillamente, de eso se trata.