viernes, 30 de mayo de 2008

¿Promocionamos o promovemos para influenciar o influir?



Cada vez son más los medios que han dejado de promover artículos, campañas publicitarias y espectáculos simplemente porque ahora prefieren promocionarlos… En periódicos, revistas; programas de televisión y de radio; comentaristas, conductores y gente del espectáculo han preferido el uso de la palabra “promocionar”; promoviéndola al punto de que ya ha logrado insertarse en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), cuya entrada de promocionar dice: “Elevar o hacer valer artículos comerciales, cualidades, personas, etc” sin indicar que sea un barbarismo de promover cuya entrada es la siguiente:

Promover: (Del lat. promovēre).

1. tr. Iniciar o impulsar una cosa o un proceso, procurando su logro.

2. tr. Levantar o elevar a alguien a una dignidad o empleo superior al que tenía.

3. tr. Tomar la iniciativa para la realización o el logro de algo.

Es decir, la Academia, ahora las ubica como palabras sinónimas con lo cual, ni a mi amiga Xóchitl Castellanos ni a mí nos quedan argumentos para persuadir a nadie de que promueva en lugar de promocionar ya que promocionar es una palabra que siempre nos sonó feo[1]. Tanto como influenciar. Ambas nos parecen verbalizaciones innecesarias ya que no aportan nuevo significado a los vocablos anteriores: promover e influir

Quizá nos encontremos ante un proceso natural de evolución de la palabra que sigue este curso: promovēre –promover- promocionar. e influĕre – influir – influenciar. Donde los últimos términos suplirán a los anteriores como estos, a su vez, lo hicieron con los términos latinos…

Espero que no porque, de ser así, mi amiga Xóchitl Castellanos iniciará una campaña “promocionando que hagamos una expulsación de la palabra influenciar.” (Por cierto, la palabra “expulsación” no está aún en el DRAE.)

Lo cierto es que, aunque ni promocionar ni influenciar nos gusten deberemos abandonar la batalla, perdida de antemano, de intentar corregir a quien las usa porque, en principio, está en todo su derecho de usar su lengua como quiera y, en segundo lugar, porque ambas entradas ya están en el DRAE.

¿Y por qué estas gentes tienen tal preferenciación? (Las palabras “gentes” y “preferenciación” tampoco están en el DRAE)

Bueno, pues a esto contesta Alex Grijelmo en su libro La seducción de las palabras hablando de las palabras largas donde comenta que

Los conceptos están en el fondo de las palabras; y, como hemos visto, se ven influidos por ellas: por su sonido especialmente. La forma de pronunciar un término influye en la percepción de su contenido. (…) buscando con ello la fascinación de los oyentes, que se quedan perplejos ante esa supuesta elevación de los conceptos, y quizá pensando que tales archisílabos esconden en sus fonemas añadidos un significado que ellos no alcanzan abarcar.[2]

Y brinda después una larga lista de palabras que presentan este mismo fenómeno. Hablantes que en lugar de aplicar un método, establecen una metodología; quienes completan y quienes complementan; los que analizan la intención y los que analizan la intencionalidad; quienes buscan aclarar frente a los que buscan esclarecer[3]

En cuanto a promover e influir me queda el consuelo de que, al parecer, un gran número de personas no ha sucumbido ante los guiños de sus respectivos exbarbarismos. Un ejemplo puede ser la búsqueda de tales términos en la red, donde el 16 de mayo (2008) encontré en google, buscando en “páginas de México” las siguientes entradas:

Promover: 553,000

Promocionar: 409,000

Influir: 372,000

Influenciar: 34,300

Tan bonito que suena “Influir”; tan elegante que se ve la definición en el DRAE, con su prosapia latina y sus cuatro acepciones.

Influir: (Del lat. influĕre).

1. intr. Dicho de una cosa: Producir sobre otra ciertos efectos; como el hierro sobre la aguja imantada, la luz sobre la vegetación, etc. U. t. c. tr.

2. intr. Dicho de una persona o de una cosa: Ejercer predominio, o fuerza moral. U. t. c. tr.

3. intr. Contribuir con más o menos eficacia al éxito de un negocio. U. t. c. tr.

4. intr. desus. Dicho de Dios: Inspirar o comunicar algún efecto o don de su gracia.

A diferencia de “influenciar”, que únicamente aparece así:

Influenciar: 1. tr. influir.

MORF. conjug. c. anunciar.

Ni hablar. Trato de consolar a mi amiga Xóchitl Castellanos quien nunca se dejará “influenciar” ni siquiera por el Diccionario de la Real Academia Española. No me atrevo a decirle, no tengo el corazón de comunicarle algo que quizá provoque que le termine de dar el patatús; por favor no le digan que un avance de la vigésima tercera edición del DRAE ya incluye la palabra “publicitar”…



[1] Nótese la sustantivación del adverbio feamente (N. del autor)

[2] Alex Grijelmo. La seducción de las palabras. Taurus, México 2002. p.147, 148.

[3] Op.cit.

viernes, 16 de mayo de 2008

Discurso de fin de curso

La coordinadora del departamento de idiomas me negó el permiso para hacer nuestro “convivio” de fin de curso; así que tuve que hacer uso de ciceroneanas herramientas retóricas para lograr persuadirla… “Que sea la última vez” sentenció la jefa.

Quise realizar la celebración de este convivio porque es casi un crimen ignorar tantos motivos de festejo. En primer lugar, que ustedes y yo finalicemos un ciclo académico, ya que el cierre de de un ciclo siempre debe celebrarse; como hacían los antiguos al celebrar el ciclo de vida. Y la muerte de un periodo es condición de posibilidad para el inicio y nacimiento de otro… La semilla deja de ser semilla para ser tallo, el tallo deja de serlo para llegar a ser árbol y, en el mejor de los casos, dar frutos… Del mismo modo, los alumnos del 1ero A de Filosofía dejan de ser de primero para convertirse… en alumnos de segundo…

Celebramos también el habernos conocido; porque el encuentro de seres en el mundo es siempre un suceso impresionante… que no siempre nos da la posibilidad de apreciarlo en su justa dimensión. En esta ocasión tuvimos el tiempo suficiente para conocernos, reconocernos, compartir. Espero que algo hayan aprendido de lo que yo les compartí dentro y fuera del programa… Puedo decirles que de ustedes he aprendido; sobre todo de aquellos que también se animaron a compartir.

¡Andrés, silencio! Ah perdón, sé que no estabas hablando. Es la costumbre.

Celebramos, espero que ustedes tanto como yo, mi primer año como profesor. Había impartido cursos y talleres pero nunca una asignatura de dos semestres… de modo que son ustedes mi primera generación de alumnos…, gracias a los cuales podré comprobar, en el futuro, la frase esa de que “echando a perder se aprende”

Nos seguiremos encontrando por acá, lunes, miércoles y viernes, en el seminario. Si se asoman a mi clase me verán fastidiando alumnos… Ojala un día alguno de ustedes, me detenga por el pasillo para decirme: “profe, ya leí el quijote” o “profe, ya leí el Buscón” o bien, otro en particular ojala me diga: “profe, ya leí”…
Si eso pasa, podremos ratificar, ¿verdad Eduardo?, que “Los objetivos del curso se cumplieron a cabalidad”

¡Aito, no te vayas, todavía no acaba la clase! Perdón, otra vez la costumbre.

Para finalizar quiero decirles que ayer vi la película “Hellboy” y me acordé de ustedes… No porque sean unos “pequeños diablillos”… sino porque esa mala película me dio la buena frase con la que cerraré este curso de Comprensión y Producción Oral y Escrita del Español:

“¿Qué es lo que hace a un hombre?
No el lugar de donde venga, no su apariencia.
Lo que hace a un hombre son las decisiones que toma”

Tomen buenas decisiones, muchachos.

Willi, tenías razón, los voy a extrañar.

domingo, 11 de mayo de 2008

silueta mojada

I


Por tocarte

me destrozo en mil pedazos;

por sentirte,

por estar

en ti.

Como el cielo,

desprendido y entregado;

por acariciar la tierra

en agua se desintegra

y también se parte

en mil.


II


Abre la cortina, déjala pasar

si quiere inundar tu alcoba

la luna en una noche despejada.

Abre la cortina, déjala pasar

que es espejo astral y toca

sólo por tocarte con mi mirada.


III


Quisiera colgar mi silueta

en la cabecera de la cama donde hoy duermes

y dejarla aburrida,

dormida,

olvidada...

que no dijera mucho y que hiciera nada.

Quisiera dejar mi silueta colgada

en la cabecera de tu cama

toda la noche

perdida

y ponérmela encima

cuando llegara el alba...

sábado, 3 de mayo de 2008

Soñar con los pies (Día internacional de la Danza en el C.C.U.)



Antes del arribo del hombre al mundo, la danza ya existía desde el inicio de los tiempos. Basta ver los bailes de cortejo de la grulla o el pez espinoso, o bien, percatarse del viento que mece los árboles para descubrir el más claro ejemplo de movimiento que es danza del universo entero.

El hombre antiguo bailaba en ceremonias rituales para estimular, mediante la repetición de ritmos, la percepción y agudeza del espíritu provocando así un estado de trance con el propósito de entablar comunicación con lo divino. En las festividades de toda la historia de la humanidad ha estado presente el baile como manifestación física de alegría y emotividad o como un elemento de gran erotismo y sexualidad dentro de las fiestas de la carne: los auténticos carnavales.

Así, la danza simplemente sucede a lo largo de la historia del hombre. Es a finales del siglo XVI cuando, producto de una síntesis de los entremeses medievales y las mascaradas italianas del renacimiento, surge el ballet, danza clásica dedicada a cultivar la nobleza de los reyes y condes, diferenciando su estilo de las danzas populares. Más de tres siglos después, una revolucionaria del ballet sería considerada madre de la danza contemporánea por romper con la estructura del riguroso academicismo del ballet clásico. Su nombre: Isadora Duncán, maestra de Martha Graham quien desarrollara una de las más importantes técnicas de danza libre, la técnica Graham.

Mientras tanto, como si fuese una reconciliación con el ballet, surge la danza neoclásica, que rompe la estructura no en forma sino en contenido, ya que en lugar de montar coreografías clásicas, lo hace con creaciones de los directores actuales. Por otra parte, brota la danza posmoderna, llevada a cabo con varias tendencias y la continua exploración de diversos métodos.

El jazz, flamenco, bailes de salón y danza folclórica también tienen su historia. Parte de ella es que desde 1982 estos géneros conviven anualmente con todos los demás en la celebración del Día internacional de la danza. Esta ocasión su recinto fue, el pasado 29 de abril, el Centro Cultural Universitario. El teatro Juan Ruiz de Alarcón, las salas Miguel Covarrubias y Carlos Chavez, el Foro del Centro Universitario de Teatro y la Fuente del C.C.U. fueron sedes de una celebración en donde la fiesta formó parte de la danza y no, como suele ser, al revés.

A partir de las 10:00 hrs., momento en que arrancó la Compañía Nacional de Danza con la primer coreografía, la afluencia de gente no perdió el ritmo, todos los espectáculos contaron con un público que se organizaba para entrar a la mayor cantidad de los montajes. Así, trascurrió la jornada cada vez con más congregados acudiendo al llamado de la danza.

El mismo Tláloc, vanidosamente, creyó que tanto baile era para invocarlo y obsequió al recinto del C.C.U. aplausos de gotas azotándose en el pavimento. La gente aprovechó las salas para guarecerse de la lluvia, aun sabiendo que las coreografías iban a empaparle el alma.

Además de un maratón de danza contemporánea, una gala de ballet, bailes folclóricos y de salón como también muestras de tango y jazz, a lo largo del día, la sección de video-danza ubicada en el lobby de la sala Miguel Covarrubias, proyectó alrededor de veinticinco filmaciones de espectáculos dancísticos. Desde El Lago de los Cisnes, coreografías de danza contemporánea, jazz, hasta funciones completas del Cirque du Solei. “Todo un éxito, la gente está respondiendo muy bien” Comentó Eloisa García, coordinadora de la sección de video-danza.

Cada foro, cada espectáculo, cada coreografía era una experiencia inolvidable, única e irrepetible. Dejándose embriagar por la sutileza y precisión de la danza neoclásica, frente al Taller Coreográfico de la UNAM, el público pudo constatar el milagro de ver y escuchar; las sílfides, sátiros, elfos y ninfas en escena de la compañía de danza contemporánea San Juan de Letrán, sacudieron con ritmos afrocaribeños, la emoción del espectador; Eterno Caracol dibujó el contorno de un sueño con su coreografía Trazos e luna y, en general, alados peces y mariposas acuáticas; cuerpo humano, espacio, movimiento y ritmo; todas las figuras imaginables enmarcadas con luces de ciclorama, fueron el mejor banquete estético para las niñas de los ojos que acudieron al Día internacional de la danza.

La bailarina Lucero Camarena opinó que el evento estuvo muy bien organizado. Le gustó la idea de que la entrada no tuviera costo, ya que de esa manera no hay pretexto para que la gente no acuda. “La cultura en danza está un poquito mal, hace falta una buena mercadotecnia” Dijo para jonathanrojas.blogspot.com la integrante de la compañía de danza contemporánea San Juan de Letrán.

Al final de la jornada, El día internacional de la danza cerró su programación con hip hop y rocanrol. De tal modo que casi ningún género faltó a la magna fiesta, casi ningún bailé quedó sin ser bailado y los asistentes, como vampiros cósmicos, bebimos la energía emanada de tanta belleza, tanto movimiento y tanto ritmo.

La Danza es la contorsión que inevitablemente realiza un cuerpo cuando el alma inflamada le brota por los poros... El baile es un punto intermedio entre lo físico y lo etéreo, un puente entre lo más sagrado y lo más prosaico, una forma de andar despierto en el sueño, bailar es soñar con los pies.