viernes, 6 de julio de 2012

Del malquerido diario

Enero veintinueve, dos mil doce.


El biotraje de mi espíritu es, además, su vehículo para transitar en este mundo. Vaya precariedad de la materia espiritual que es mi cuerpo. Quiere vivir en el aquí y en el ahora mas, no sabe qué es aquí y ahora… o si lo sabe, sólo lo sabe con la cognición, no con el alma o las vibraciones sutiles…. Aquí y ahora sería como un “Carpe Diem” y beber lo bebible, fornicar lo fornicible, y darle regocijo a la carne, complaciendo a los sentidos…. O bien. Trascender las necesidades físicas en aras de una complacencia espiritual. Emociones más sutiles han sido registradas, de igual modo por la memoria. Momentos extáticos, epifánicos, trascendentes, amables, bellos… que no necesariamente pueden ser compartidos al otro… ¿o sí? La experiencia del placer sexual puede platicarse y otro comprende los beneficios sensoriales del intercambio erótico sexual…. Pero difícilmente otro comprenderá el bienestar espiritual de una experiencia de tipo místico, por ejemplo. Alguien llega y me dice: “dejo mi vida corporal porque conocí a Dios”. Yo no lo entiendo. No entiendo que deje de fornicar, de beber, de comer a placer. Sin embargo, parece ser que algo hay de cierto y no poco. No hablo de fanatismos, claro. Un extremista vegetariano (ovolacteo o vegano) que no esté armonizado no es un ejemplo a seguir. Un sibarita epicúreo regalado a la vida placentera y el goce del éxtasis terrenal, que pueda decir: “yo soy de este mundo y aquí me quedo, pero admiro y respeto a quien tenga la sutileza de poder ir más allá… Yo no puedo, pero si tú puedes, te ayudo. Me dará gusto haber contribuido en la ascensión planetaria y qué mejor modo de contribuir que patrocinando a quienes por tal dedicación no alimentan los negocios de este mundo. Yo, como acá me quedo, lo disfruto al máximo, no lo condeno ni lo juzgo. Imagínate, macho, es mi casa. Debo amar mi casa. Amo este mundo, en el moriré, porque este mundo mata a sus comensales, los mata de placer”.

No juzgo, ni condeno a los que se van de la Matrix, al contrario, los admiro con legítimo amor. Oye bien lo que te digo. ¡Con legítimo amor! Pero sabes cuántos hay de esos. ¿Cuántos sinceros, honestos y, verdaderamente comprometidos con sacar su alma de este nivel? Los podrías contar con los dedos de un guante de box. La mayoría de los que dicen ir para allá son hipócritas mentirosos, santurrones, persignados, resentidos, egoístas, corrompidos y muy, muy, enojados. Ahí tienes a los azotados fanáticos religiosos. Que han olvidado ya la religión misma pervirtiendo los símbolos y cambiando las interpretaciones a conveniencia. Son capaces de predicar la enseñanza suprema sin seguirla, los secretos del cosmos sin aplicarlos, la verdad absoluta sin siquiera tomarla en serio y menos aplicándola a sus ojos.

Alguien sensato sale corriendo de cualquier iglesia… Lo interesante es que alguien evolucionado vuelve a ella, con ojos limpios… o quizá otros ojos. Tal vez sin ojos. Y sólo así, sin ojos, logra ver y entonces, la verdadera fiesta comienza. ¿Tú crees que esto que toman mis manos es verdadero, Hermano? El placer más inmenso que puedas imaginar no se compara con lo que experimenta quien llega a las ligas mayores. Ese éxtasis, a mí me ha sido negado. Por eso estoy aquí y no me quejo ni me arrepiento ni lloro, ni me lamento. No juzgo ni critico a nadie y pido que a mí nadie me juzgue, pero es inútil. La gente de la que te hablaba líneas más arriba, no sabe vivir en sí misma y esa es la mayor indicación de que están peor dirigidos que mi estrábico ojo izquierdo.

Vive y deja morir. No vengas tú a querer cambiar el cuento, qué magno soberbio. Alguien ya escribió tu parlamento. Lo único que debes hacer, nulidad, es decir bien tus líneas, hacer bien tu papel. Haz tu papel lo mejor posible. Si no lo haces vas contra corriente y no le sirves al gran drama universal, como cuando un actor no dice a tiempo sus diálogos, llega tarde a la representación, se sale de escena, le toca hacer Hamlet y hace Mary Poppins… o viceversa.

“Haz lo que debes hacer”. Sólo un mandamiento podría regir a la humanidad si no fuéramos tan necios. Llevar a cabo lo mejor posible el papel que nos corresponde sería todo. Pero no. Queremos poner las reglas de un juego que ni siquiera entendemos. Ni siquiera sabemos cual es nuestro papel y ya lo queremos cambiar y decimos que no se vale y que no es justo… ¿Te das cuenta? ¿Justo? Inventas esa palabra para defender tu estulticia. Es increíble ¿no crees? No existe la justicia, en el mundo armónico no hace falta. Pero el pervertido mundo que has inventado, no sólo existe sino que la has vuelto en extremo necesaria.

Aprende tu papel. Descubre cuál es y llévalo a cabo. Sé impecable desarrollándolo lo mejor posible, yendo siempre a más. Eso es todo lo que tienes que hacer.

“Leyenda personal” “Misión en la vida” “Tarea divina” “Destino” llámale como quieras. Pero hazla. De lo contrario eres un detractor y no un propulsor de la fluidez. ¿Qué es lo tuyo? ¿A qué has venido? No pierdas tiempo siguiendo preceptos que quizá ni son los tuyos. Entrena el oído, afila los ojos, aprende a leer. Ponte al servicio del gran espíritu, no hacerlo es ir en contra de tu naturaleza. Rebélate contra el mundo, no contra la vida. Une, no separes, incluye, no excluyas, atrae, no rechaces, crea, no destruyas, nace, no mueras . Y cuando descubras tu camino, tu papel, tu senda. Llévala a cabo lo mejor que puedas.