viernes, 8 de febrero de 2008

Chinelos, "siempre no" y soneto

Anita Tantra, mi amigui, está triste. Quisiera volver con aquel pero aquel parece no querer, sin embargo, tampoco se marcha del todo… y ella, mi amigui, no lo marcha tampoco porque en el fondo espera que la flama del amor resurja…
Yo por eso le regalé un encendedor Bic, de los que no saben fallar, para que no le falte fuego. Platico con ella cada vez que puedo; le digo que el amor es así, le comparto mis tribulaciones y entre los dos nos reímos de nuestras respectivas lágrimas.
La última vez que estuve con ella y platicamos, Tepoztlan estaba de Carnaval con Chinelos bailando y un pasmoso mar de gente que en vano contradecía nuestra implacable soledad. Yo masticaba un “siempre no” que me obsequiaron, y conmemoraba el sexto aniversario de la balada de la Condesa y el Tigre de san Agustín. Anita Tantra, mi amigui, perdió el encendedor que le regalé.
Por tales razones decidí hacernos un soneto, uno poco exigente (como los que suelo hacer) ya que para sonetos, Garcilaso.


De ti sus cicatrices

Cuando no estás es cuando más estás;
tu presencia son recuerdos y anhelos
que a poco se van quitando los velos
bailando con mi falsa soledad.

Cuando no estoy es cuando tú te vas:
mis pensamientos practican los vuelos
de las ensoñaciones en desvelos
que en mí, sin ti, sólo son la mitad.

Soy esa peor parte de mí mismo
que es justamente aquella que dejaste:
la que odia, extraña, exige, y te maldice.

La parte que exhumaré de mi abismo
te amará igual a la que te llevaste;
suplicando de ti sus cicatrices.