miércoles, 28 de abril de 2010

Jhony fest 2010




El objetivo de celebrar mi trigésimo cumpleaños en una fiesta que durara un mes, rebasó las expectativas… La clausura oficial tuvo lugar el viernes 23 de abril dentro del marco de “La fiesta del libro y la rosa” donde presenté un concierto teatralizado con Lupina y nació, de manera oficial, el personaje de “El Regalante”, especie de juglar grecorromano posmoderno con el cual presentaré los sábados y los domingos, a la una de la tarde, a los cuentacuentos frente a la fuente del Centro Cultural Universitario de la UNAM.


Estar disfrazado (unitardo, toga y armadura) a lo largo de todo el día me hizo sentir como niño en su fiesta de cumple; fiesta temática donde, en lugar de Bob Esponja o Spiderman, estaban los libros, la palabra, el teatro… Definitivamente, la mejor clausura para mi fiestota que inició el 19 de marzo con una función en el Centro de Estudios Para Extranjeros en Taxco, lugar donde di un taller de teatro el 20 y el 21. Después, el 26 en el mismo lugar, una función de títeres y, el 27, un concierto en la plaza del centro de Taxco, bellísimo sitio que nos hospedó, a Lupina y a mí, los días que restaron de marzo. El primero de abril, fuimos a Cacalotenango, pueblo hermoso de Guerrero donde Bertín y Lulú nos agasajaron con su hospitalidad y deliciosos guisos en honor a mi cumple. No faltó el mole y los tamales de frijol acompañados, claro, con generosos hectolitros de cerveza.

El 3 de abril, día de mi nacimiento, nos llevaron a la cascada donde fue bautizado, simbólicamente, el hombre que, innegablemente, hoy soy. Hombre que amaneció con una santa cruda de tequila y chela que fue apapachada el día 4.


De regreso al D.F. el día 6 me regalé una estufa y un refri, adquiridos con mi sueldo de maestro de teatro en la Lumen Gentium. Ella se llama Calorina y él se llama Frigo. Con ellos mi casa es ya un hogar, dulce hogar con frío y calor: hielo y fuego a mi disposición. Muy a la orden de actuales tertulias en que las viandas ya son un poco más elaboradas (al menos, calientes, si lo precisan) y las bebidas, frías o con la dignidad de los hielos que a veces exigen.
La fiesta familiar tuvo lugar el domingo 11 en casa de mi abuelo, con las tías, los primos y mi sacrosanta mamuchis. El martes 13, luego de dos semanas de asueto, mis alumnos del Seminario no encontraron mejor pretexto que celebrarme para matar la clase obligándome, teniendo a mi regocijo como rehén, a ser cómplice de tal academicidio. Por la noche asistí al concierto del Sabina pese a haber perdido los boletos un mes antes… (ver nota del 16 de abril 2010)

El 17 comencé con Lupina la grabación del disco “Factor Caravana” en el Pasamanos Studio con mis queridos productores de siempre José Luís Ruiz y Zeus Freire. Se estima que el disco salga del horno en agosto y sea presentado en el foro Ana María Hernández de Coyoacán.

También hubo festejo (y cómo no iba a haber) los viernes 9, 16 y 23 en el Grela presentándome, como cada viernes y el remate fue —como un extra— el sábado 24 en el hotel Meliá de Reforma en una boda donde fui contratado para bailar disfrazado, ahora de Arlequín, con mis zancos rebotantes. De verdad creo que me divertí más que el novio.


Recuerdo que el slogan del primer Jhony fest que organicé en 2008 era “Porque estar vivo es suficiente motivo para celebrarse” (Ver nota del 19 de marzo y el 3 de abril, 2008) Hoy, a mis treinta, edad de las XXX, tengo la certeza de que la vida, en sí, es una fiesta a la que hay que colarse deliberadamente. Así que cierro esta no-nota parafraseando un apotegma que hace tiempo leí en algún lado:


“Si quieres encontrar poesía, amistad y felicidad a donde vayas, llévalas contigo”





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martes, 20 de abril de 2010

De hace 15

Encontré este texto que escribí cuando cumplí quince años. Lo "trepo" en éste, mi mal querido blog con un poco nostalgia y un mucho de ternura.



De ayer a los quince.

Jonathan Rojas (Espantapájaros)
Verano del ‘95.

Testigo fui de mil cambios de estaciones,
mil y algunas más.
Oyente atento de miles de canciones
y de todos los juegos del azar.

Presente estuve en el canto de la osa
y devoré la noche en que dispuesto estuve a amar,
cuando te di mi corazón como cualquier cosa
pero en el campo paradisiaco nunca pude estar.

Viví una vida siempre a mi manera,
o, mejor dicho, a miles de maneras.
Me sorbí la luna en noches enteras
y supe sobrevivir a la luz de las velas.

Pude conjugarme en miles de verbos
y debí hacerme escuchar aún sin poder.
supe estar consciente de mi corazón siempre ebrio
pero nunca pude - o quizá no quise - hacerme entender.

Valoré todo lo que merecía ser valorado
o quizá sólo lo que quise valorar.
Sostuve conforme un corazón amargado
y no pensé tres veces, cuando fue momento de saltar.

Conté siempre con una mujer de invierno,
aunque nunca falté al instante de fallar.
No contuve nunca un amor sin frenos,
aunque nunca supe si yo sabía amar.

Ya casi a todo el mundo le pedí prestado
pero casi todo el mundo, no tenía nada que prestar.
Siempre tiré todo con un llanto anticipado,
siempre sembré mis semillas sobre el mar.

Mi paso siempre fue firme
aunque siempre sobre arenas movedizas,
traté de no dar la espalda antes de irme
pero al dar la vuelta, todo se había hecho trizas.

Todos mis días fueron días de búsqueda,
búsqueda pasiva como la de ayer.
Procuré vivir mis momentos de ansiedad;
pero siempre despertaba cuando acababa de nacer.


Ya casi a todo el mundo le miré a la cara
y muchos de ellos, no me quisieron mirar.
No di mi mejilla para la otra bofetada,
siempre sembré mis semillas sobre el mar.

Ya casi todo un mundo que no me he podido levantar,
ya casi todo un mundo que la vida sigue igual,
ya casi todo un mundo que pretendo respirar,
ya casi “varios mundos” que una semilla dio fruto sobre el mar.





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viernes, 16 de abril de 2010

Vinagre y rosas; suerte de martes 13



¡¿Cómo pude perder los boletos para el concierto de Joaquín Sabina?!


De verdad hace falta ser tarugo. Los compré con más de un mes de antelación para que, por nada del mundo faltara yo al a la primera fecha en el Auditorio Nacional de la gira Vinagre y rosas. Yo, que acudo a las presentaciones del Sabina en D.F. desde 1996 cuando vino a presentar Esta boca es mía (Concierto del cual aún conservo mi playera conmemorativa. La taza fue estrellada en el depa de la única novia con la que he vivido…).

Busqué en todos los recovecos —al fin que sólo son tres— de la Buhardilla 21 (mi nueva mansión) con la sospecha de que los boletos se perdieron en la mudanza que hace más de un mes tuvo lugar. ¡Mal rayo me parta! Los boletos jamás aparecieron, de modo que es probable que dos de las 100 butacas vacías el 13 de abril fueran los números de los boletos que extravié.

Este concierto, a diez días de mi cumple, era uno de los mejores regalos; además de que formaba parte de las actividades programadas en el “Jhony fest 2010” No podía dejar de estar ahí con mis treinta años de los cuales la mitad han sido configurados teniendo como banda sonora la música de Sabina. Más aún; cuando empecé, a los catorce, a hacer canciones la influencia sabinera me la untaba deliberadamente. Mi primer concierto (29 de abril de 1996 en el auditorio Enrique Ruelas de la Prepa 2) fue alentado por las ganas de querer ser como él cuando fuera grande. Él brindaba letra y música a las experiencias que yo quería vivir, sus canciones me ayudaron a entender que muchas cosas jamás las iba a entender… Vaya, incluso la carrera que estudié, la elegí al enterarme de que Filología Hispánica (carrera que estudió Sabina), en la UNAM se llama Lengua y Literaturas Hispánicas (carrera que estudió German Dehesa, quién aún no contesta mis correos). Por Dehesa y Sabina yo estudié lo que estudié y no música o teatro o filosofía o psicología de manera formal.


Cuando conocí en persona a Joaquín Sabina en una emisión del Festival de la Palabra, antes de que autografiara mi su libro de sonetos Ciento volando le confesé: “Señor, seguramente esto se lo han dicho muchas veces pero… usted cambió mi vida… y no sé si agradecerle o reclamar… —a lo que él me contestó—: Reclama, hombre, reclama”


Faltar al concierto hubiera sido peor que imperdonable. Por tal, el mero día decidí reírme del hado malévolo y recomprar los boletos en un centro de esquilme Ticket master que me cobró, por comisión, lo que me costará el boleto en 1996… Acudimos, fieles al rito sabinero mi Vis, Juan René Palacios y un servidor como lo hiciéramos en el glorioso año del ’96.



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Agradezco violentamente a ExAmelie por la solicitud que me hace de retomar las publicaciones semanales en éste mi malquerido blog. Por niñas como las niñas de sus ojos es que hay tipos como yo.



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