viernes, 16 de abril de 2010

Vinagre y rosas; suerte de martes 13



¡¿Cómo pude perder los boletos para el concierto de Joaquín Sabina?!


De verdad hace falta ser tarugo. Los compré con más de un mes de antelación para que, por nada del mundo faltara yo al a la primera fecha en el Auditorio Nacional de la gira Vinagre y rosas. Yo, que acudo a las presentaciones del Sabina en D.F. desde 1996 cuando vino a presentar Esta boca es mía (Concierto del cual aún conservo mi playera conmemorativa. La taza fue estrellada en el depa de la única novia con la que he vivido…).

Busqué en todos los recovecos —al fin que sólo son tres— de la Buhardilla 21 (mi nueva mansión) con la sospecha de que los boletos se perdieron en la mudanza que hace más de un mes tuvo lugar. ¡Mal rayo me parta! Los boletos jamás aparecieron, de modo que es probable que dos de las 100 butacas vacías el 13 de abril fueran los números de los boletos que extravié.

Este concierto, a diez días de mi cumple, era uno de los mejores regalos; además de que formaba parte de las actividades programadas en el “Jhony fest 2010” No podía dejar de estar ahí con mis treinta años de los cuales la mitad han sido configurados teniendo como banda sonora la música de Sabina. Más aún; cuando empecé, a los catorce, a hacer canciones la influencia sabinera me la untaba deliberadamente. Mi primer concierto (29 de abril de 1996 en el auditorio Enrique Ruelas de la Prepa 2) fue alentado por las ganas de querer ser como él cuando fuera grande. Él brindaba letra y música a las experiencias que yo quería vivir, sus canciones me ayudaron a entender que muchas cosas jamás las iba a entender… Vaya, incluso la carrera que estudié, la elegí al enterarme de que Filología Hispánica (carrera que estudió Sabina), en la UNAM se llama Lengua y Literaturas Hispánicas (carrera que estudió German Dehesa, quién aún no contesta mis correos). Por Dehesa y Sabina yo estudié lo que estudié y no música o teatro o filosofía o psicología de manera formal.


Cuando conocí en persona a Joaquín Sabina en una emisión del Festival de la Palabra, antes de que autografiara mi su libro de sonetos Ciento volando le confesé: “Señor, seguramente esto se lo han dicho muchas veces pero… usted cambió mi vida… y no sé si agradecerle o reclamar… —a lo que él me contestó—: Reclama, hombre, reclama”


Faltar al concierto hubiera sido peor que imperdonable. Por tal, el mero día decidí reírme del hado malévolo y recomprar los boletos en un centro de esquilme Ticket master que me cobró, por comisión, lo que me costará el boleto en 1996… Acudimos, fieles al rito sabinero mi Vis, Juan René Palacios y un servidor como lo hiciéramos en el glorioso año del ’96.



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Agradezco violentamente a ExAmelie por la solicitud que me hace de retomar las publicaciones semanales en éste mi malquerido blog. Por niñas como las niñas de sus ojos es que hay tipos como yo.



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1 comentario:

Monique dijo...

"tan cerca y tan lejos". frase sabía. ese día, mientras tú con Sabina, yo con camera oscura en el lunario.
chico el mundo es