martes, 19 de mayo de 2009

Murió en domingo




“Falleció mientras dormía en su domicilio, en profunda paz. De a poquito dejó de respirar” Informó su secretario Ariel Silva, poco antes de que los médicos firmaran el certificado de defunción. [Reforma]


Tuve a mis alumnos escuchando poemas de Mario Benedetti la clase entera. Los poemas bebidos hasta tarde por pupilas nostálgicas que conocieron (y después reconocieron) el poder de las palabras con los versos del uruguayo. Quien me ayudó con táctica y estrategia a seducir los tímpanos que mi mocedad logró humedecer; quien me instruyó en el arte de ordenar las soledades; quien enseñó a mi alma a conjugar el verbo “nostalgia”...

yo nostalgio
tú nostalgias
y cómo me revienta que él nostalgie


Mario Benedetti fue para mí, como para muchos, el iniciador de una manera viva de ver la vida. Ofreciendo sencilla, clara y generosa, su poesía siempre al alcance de la mano, sin la pretensión erudita, simplemente ahí, como el aire en descampado.

Las cosas como son y las palabras bien acomodadas, es la enseñanza que he tratado de aprenderle. Sobre todo en su narrativa que me parece muy sabrosa. A veces agridulce como ciertas verdades, a veces amarga como el chocolate amargo. Los cuentos me ponen vulnerable y algunas novelas de verdad me dejan mal herido. Por ejemplo, Primavera con una esquina rota sigue conmoviéndome, y La tregua me raspa una certeza que se acerca cada vez más…


Conocí la literatura de Benedetti perdiéndola: una antología que mi prima Amanda Rojas (en el primer lustro de los noventa) me prestó de la biblioteca de su papá para que montáramos “Te quiero”, olímpicamente la perdí en uno de los salones de biología de la prepa 2… Cuando volví a buscarlo no estaba ya el ejemplar, así que busqué el título en las librerías del centro. La antología que compré no era la misma que extravié así que mi prima no la quiso y yo aún la conservo. No dejé de buscar el libro que perdí por descuido y en esa búsqueda me encontré con una serie de títulos que fui adquiriendo y que también conservo.


Tengo, también de Benedetti, un libro que me prestó Yao, el día que fuimos en grupo a ver “El hombre de la mancha” y que jamás le devolví. Me gustaría volver a verla para decirle que a menudo la recuerdo aunque fue novia de Memo y no mía (quizá por eso). Su libro, junto con cierto anhelo, también lo conservo.
Geografías es de Consuelo que quería que la dirigiera en una escenificación del cuento “Como Greenwich”. Nunca lo hicimos y hace años que no veo a Consuelo, pero el recuerdo de aquellos buenos tiempos, igual que su libro, también lo conservo.


Eso y tantas cosas más, como el recuerdo de Benedetti mismo declamando en alemán en el filme El lado oscuro del corazón y los poemas que Nacha Guevara y Serrat hicieran canción, son los motivos por los que, a modo de homenaje, tuve a mis alumnos escuchando poemas de Mario Benedetti la clase entera.

No podía morir en otro día que no fuera domingo.

Descansa en paz (tú más que nadie) Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia.


Memorándum

Uno llegar e incorporarse al día
dos respirar para subir la cuesta
tres no jugarse en una sola apuesta
cuatro escapar de la melancolía
cinco aprender la nueva geografía
seis no quedarse nunca sin la siesta
siete el futuro no será una fiesta
y ocho no amilanarse todavía
nueve vaya a saber quién es el fuerte
diez no dejar que la paciencia ceda
once cuidarse de la buena suerte
doce guardar la última moneda
trece no tutearse con la muerte
catorce disfrutar mientras se pueda

Mario Benedetti


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1 comentario:

Anónimo dijo...

a huevo, asi mueren los grandes