Este Mal querido blog ha sufrido
tantos abandonos que comienzo a creer algo: quizá necesite terapia. Si es así,
habré de investigar la existencia de un terapeuta de blogs… supongo que lo que
haría por él sería, en lugar de escuchar freudianamente, leer lo que tiene que
decir… Mi blog necesita la atención que no le he brindado. Está triste porque
nadie lo lee, ni siquiera yo. Pero cada vez estoy más convencido de que él se
ganó su sentimiento de minusvalía, la idea no era volverse narcisista. ¿Quién
le hizo creer que era escrito para ser leído? ¿Por qué necesita de alguien para
creer que existe? ¿Acaso no surgió de la idea de escribir desde la gratuidad de
verter ocurrencias en una suerte de práctica constante para tener ágiles los dedos
y las proposiciones al momento de que una buena idea se asomara en la
distancia… o por si repentinamente aparecían las musas, sonrieran al hallarme
trabajando, ejercitando formas expresivas, jugando con las palabras, ensayando
letras…
Esa fue la intención primera. Y,
como es menester del oficio contactar con ciertas disciplinas, me propuse
escribir un texto semanalmente. Publicar en mi blog un texto de alrededor de
seiscientas palabras. Cualquier cosa, con un mínimo de control de calidad. El
objetivo era escribir, simplemente escribir. ¿Dónde se perdió la loable meta de
no tener más meta que el ejercicio en sí de la escritura?
Quizá con la aletargante
intromisión, cada vez más constante, de la frase reptil: “¿Para qué?”.
¿Para qué? ¿Sirve de algo esa frase?
¿Nuestra mesura necesita de esa pregunta cuando se llevan a cabo actos
gratuitos? Quizá en los terrenos del pragmatismo la pregunta esa es pertinente
para evitar desvíos y así llegar de forma directa a la meta, mas… cuando la
meta en sí misma es el camino (vuelvo a preguntar a no sé quién), ¿Sirve de
algo esta frase?
Parafraseo lo que dijo Shakespeare
en voz de Hamlet: “El pálido velo del pensamiento enturbia cualquier acción” y
es que a veces el pensar nos lleva a inclinarnos más hacia el no ser y cualquier
pensamiento alrededor de publicar o no una nota en el blog o cuestionar si el
tema es o no “digno” de ser “blogeado” muchas veces frenó la intención y provocó
que una acción perdiera tal nombre.
¡NO PIENSES! (me digo)
Pensar parece ser el problema de
todo. Cada vez que alguien comete un error del cual no quisiera
responsabilizarse comienza excusándose: “es que yo pensé…” y claro, las
suposiciones suelen ser el arma de la inacción. Mejor estar seguro de una Mentira,
que colgar pesadas suposiciones en diversas esperanzas de Verdad. Al menos es
más efectivo para fines creativos. Por ello esto es un intento más de dar
continuidad a la bonita costumbre aquella de publicar notas en mi blog. Notas
que no tienen más intención que ser el ejercicio de mis yemas. Hacer público el
tráfago cotidiano de mis ocurrencias, las que “se” me ocurren, pero también las
que me ocurren, sin pretender mayormente dar escaparate al espectáculo de mis
tribulaciones semanales, simplemente, como ya lo dije y quiero repetir, para
ser el ejercicio de mis yemas… aunque tal afirmación sonare como si pretendiese
llevar a cabo lo que a mis gónadas plazca, lo cual, dicho sea de paso, es
intención que también pretendo y practico incluso más allá de las virtuales
fronteras de este, mi mal querido blog.
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