Esa fue la intención primera. Y,
como es menester del oficio contactar con ciertas disciplinas, me propuse
escribir un texto semanalmente. Publicar en mi blog un texto de alrededor de
seiscientas palabras. Cualquier cosa, con un mínimo de control de calidad. El
objetivo era escribir, simplemente escribir. ¿Dónde se perdió la loable meta de
no tener más meta que el ejercicio en sí de la escritura?
Quizá con la aletargante
intromisión, cada vez más constante, de la frase reptil: “¿Para qué?”.
¿Para qué? ¿Sirve de algo esa frase?
¿Nuestra mesura necesita de esa pregunta cuando se llevan a cabo actos
gratuitos? Quizá en los terrenos del pragmatismo la pregunta esa es pertinente
para evitar desvíos y así llegar de forma directa a la meta, mas… cuando la
meta en sí misma es el camino (vuelvo a preguntar a no sé quién), ¿Sirve de
algo esta frase?
Parafraseo lo que dijo Shakespeare
en voz de Hamlet: “El pálido velo del pensamiento enturbia cualquier acción” y
es que a veces el pensar nos lleva a inclinarnos más hacia el no ser y cualquier
pensamiento alrededor de publicar o no una nota en el blog o cuestionar si el
tema es o no “digno” de ser “blogeado” muchas veces frenó la intención y provocó
que una acción perdiera tal nombre.
¡NO PIENSES! (me digo)
Pensar parece ser el problema de
todo. Cada vez que alguien comete un error del cual no quisiera
responsabilizarse comienza excusándose: “es que yo pensé…” y claro, las
suposiciones suelen ser el arma de la inacción. Mejor estar seguro de una Mentira,
que colgar pesadas suposiciones en diversas esperanzas de Verdad. Al menos es
más efectivo para fines creativos. Por ello esto es un intento más de dar
continuidad a la bonita costumbre aquella de publicar notas en mi blog. Notas
que no tienen más intención que ser el ejercicio de mis yemas. Hacer público el
tráfago cotidiano de mis ocurrencias, las que “se” me ocurren, pero también las
que me ocurren, sin pretender mayormente dar escaparate al espectáculo de mis
tribulaciones semanales, simplemente, como ya lo dije y quiero repetir, para
ser el ejercicio de mis yemas… aunque tal afirmación sonare como si pretendiese
llevar a cabo lo que a mis gónadas plazca, lo cual, dicho sea de paso, es
intención que también pretendo y practico incluso más allá de las virtuales
fronteras de este, mi mal querido blog.
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