miércoles, 27 de junio de 2012

El ejercicio de mis yemas





Este Mal querido blog ha sufrido tantos abandonos que comienzo a creer algo: quizá necesite terapia. Si es así, habré de investigar la existencia de un terapeuta de blogs… supongo que lo que haría por él sería, en lugar de escuchar freudianamente, leer lo que tiene que decir… Mi blog necesita la atención que no le he brindado. Está triste porque nadie lo lee, ni siquiera yo. Pero cada vez estoy más convencido de que él se ganó su sentimiento de minusvalía, la idea no era volverse narcisista. ¿Quién le hizo creer que era escrito para ser leído? ¿Por qué necesita de alguien para creer que existe? ¿Acaso no surgió de la idea de escribir desde la gratuidad de verter ocurrencias en una suerte de práctica constante para tener ágiles los dedos y las proposiciones al momento de que una buena idea se asomara en la distancia… o por si repentinamente aparecían las musas, sonrieran al hallarme trabajando, ejercitando formas expresivas, jugando con las palabras, ensayando letras…

Esa fue la intención primera. Y, como es menester del oficio contactar con ciertas disciplinas, me propuse escribir un texto semanalmente. Publicar en mi blog un texto de alrededor de seiscientas palabras. Cualquier cosa, con un mínimo de control de calidad. El objetivo era escribir, simplemente escribir. ¿Dónde se perdió la loable meta de no tener más meta que el ejercicio en sí de la escritura?
Quizá con la aletargante intromisión, cada vez más constante, de la frase reptil: “¿Para qué?”.
¿Para qué? ¿Sirve de algo esa frase? ¿Nuestra mesura necesita de esa pregunta cuando se llevan a cabo actos gratuitos? Quizá en los terrenos del pragmatismo la pregunta esa es pertinente para evitar desvíos y así llegar de forma directa a la meta, mas… cuando la meta en sí misma es el camino (vuelvo a preguntar a no sé quién), ¿Sirve de algo esta frase?
Parafraseo lo que dijo Shakespeare en voz de Hamlet: “El pálido velo del pensamiento enturbia cualquier acción” y es que a veces el pensar nos lleva a inclinarnos más hacia el no ser y cualquier pensamiento alrededor de publicar o no una nota en el blog o cuestionar si el tema es o no “digno” de ser “blogeado” muchas veces frenó la intención y provocó que una acción perdiera tal nombre.
¡NO PIENSES! (me digo)
Pensar parece ser el problema de todo. Cada vez que alguien comete un error del cual no quisiera responsabilizarse comienza excusándose: “es que yo pensé…” y claro, las suposiciones suelen ser el arma de la inacción. Mejor estar seguro de una Mentira, que colgar pesadas suposiciones en diversas esperanzas de Verdad. Al menos es más efectivo para fines creativos. Por ello esto es un intento más de dar continuidad a la bonita costumbre aquella de publicar notas en mi blog. Notas que no tienen más intención que ser el ejercicio de mis yemas. Hacer público el tráfago cotidiano de mis ocurrencias, las que “se” me ocurren, pero también las que me ocurren, sin pretender mayormente dar escaparate al espectáculo de mis tribulaciones semanales, simplemente, como ya lo dije y quiero repetir, para ser el ejercicio de mis yemas… aunque tal afirmación sonare como si pretendiese llevar a cabo lo que a mis gónadas plazca, lo cual, dicho sea de paso, es intención que también pretendo y practico incluso más allá de las virtuales fronteras de este, mi mal querido blog.










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